miércoles, 24 de noviembre de 2010

VIDA INDIGNA, MUERTE DIGNA


Ver la muerte como algo digno no es fruto de la casualidad, sino de que vivimos alienados al estado de bienestar. La ausencia de dolor ha pasado a ser una necesidad de primer orden. Entonces, ¿estamos negando la felicidad a aquellos que sufren alguna desgracia? ¿qué es del gozo de un misionero que se despoja de sus riquezas para sumirse en la inmundicia y la miseria? ¿dónde está el afán de superación de los que padecen algún tipo de minusvalía? ¿ser un parado es más realizador que ir a trabajar? La felicidad es un todo, no algo artificial e intermitente que depende del momento. Vivir indignamente nos lleva a creer en la dignidad de la muerte. El dolor, en muchas ocasiones, es redentor y por algo, nos alentaría nuestro Señor Jesucristo a coger su cruz y seguirle.

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