La ascensión de Bergoglio a la silla de Pedro no ha pasado desapercibida ante nada ni ante nadie. Todo lo contrario a su predecesor, que ocupó el trono con sigilo. Es protagonista, no deja espacio a la timidez, llama la atención de las masas en todos los sentidos, desde el vigor y la heroicidad con la que defiende verdades fundamentales como la vida, la caridad y la familia hasta el desconcierto que genera sus innovaciones en el protocolo.
Francisco es un hombre valiente, que supo sacar pecho en la convulsa argentina, que no tuvo reparo en alzar la voz sin remilgos ni titubeos contra el crimen del aborto, y que supo hacer lo mismo con el matrimonio homosexual y con la teología de la liberación. Otra demostración de sus agallas es su desprendida humildad. Su conducta es la de un rey que sin dejar de ser rey actúa como súbdito, que sin renunciar a la corona fija a los pobres como el centro de sus preocupaciones. Campechano en el trato, reacio al lujo –prescindía de chofer, cocinaba para sí mismo y renunció a hospedarse en un palacio- y siervo hasta besar los pies de los humildes, presentándose ante los hombres como el más ortodoxo vástago de Cristo.
El sucesor de Pedro tiene dos caras, no una buena y una mala, sino la de la virtud y la del desconcierto. La del desconcierto en tanto en cuanto rompe con el protocolo establecido. Entra por la puerta de servicio, no calza zapatos rojos, porta cruz de madera y se desprende de los ornamentos habituales. No sabemos los misterios que encierra tan extraña conducta….
Señores lectores, Habemus Papam.
Desconcierto. Los ultra progresistas marianistas, los que contratan al Decano comunista que cierra capillas en la UCM para escribir los libros de su editorial SM, están eufóricos: http://smdani.marianistas.org/francesco-concilio-vaticano-ii/
ResponderEliminarQue buen articulo... esperemos mas en el futuro cercano
ResponderEliminar