Esta es la historia de 2 jóvenes
de 27 años inmersos en la vorágine de la crisis económica. Uno, se llama Mr.
Triunfito y el otro, Don Fracaso. El primero, trabaja en un prestigioso y
reputado despacho de abogados. El segundo, en un bufete de medio pelo.
Mr. Triunfito es una persona de
carácter altanero y con caminar de estrella. Todas las mañanas, el Paseo de La
Castellana parece que inaugura una estatua con la efigie de este dandi. Las
apariencias muestran que el tráfico se paraliza y que la muchedumbre enmudece
ante el majestuoso y galopante paso de un prohombre, protociudadano y español
de pro. Camina erguido, deprisa y con largas zancadas, va repeinado y con el
pelo embadurnado de gomina, su mirada furtiva y desdeñosa se esconde tras unas
gafas de sol de patilla de carey y diseño “cool”, que hacen aún su mirada más
altiva y displicente. No sonríe y cuando lo consigue, lo hace con ironía, de manera
histriónica, impostada. Tiene el gesto torcido y reproduce, con obsesiva
asiduidad, muecas de desprecio. También, se cuida con escrupuloso rigor, come
poco, acude al “gym” a diario, viste trajes a medida y es dado a dejarse ver
por los restaurantes de moda. Es patológicamente huraño, a rabiar, a más no
poder. Presume, continuamente, de los 2.000 euros mensuales que gana, y aparenta
ser el más inteligente y triunfador de todas las fiestas. Es un esnob de
manual. En términos llanos y castizos, se merece un bofetón.
En el extremo opuesto, se
encuentra Don Fracaso. Siempre habla, en un tono apocado, de su trayectoria
profesional. Se avergüenza de los 1.200 euros mensuales que cobra y sobre todo,
de haberlos conseguido tras estar casi 2 años de becario.
Mr. Triunfito y Don Fracaso
fingen ser amigos. El primero, utiliza al segundo para subirse el ego,
machacando a alguien con baja autoestima; Esto, le hace sentir superior. El
buenazo, por su parte, rehúye de mandar a freír puñetas al psicópata, por miedo
a una reacción vengativa; Y en mayor medida, por su exquisita educación.
Un buen día, Mr. Triunfito estalla,
tras agarrarse una melopea del 15. Este “winner” con ínfulas de Napoleón se
arrima, delirante y piripi, al hombro de Don Fracaso, rompe a llorar y enjuaga
sus lágrimas con su camisa. En un asombroso ejercicio de humildad y
desesperación, reconoce, a tumba abierta, que su vida es un fiasco y que su
sueldo “es una mierda”. Admite que están a punto de despedirle, que cobra, en
neto, 1.239 euros (39 más que el presunto fracasado), que la chica de la que
está enamorado, ni le contesta a los mensajes de Whatsapp, y que el único amigo
que tiene sobre la faz de la Tierra, es él.
MORALEJA: La diferencia entre un
triunfador y un fracasado, suele radicar en la cantidad de maquillaje utilizado
para disfrazar la realidad.
REFLEXIÓN ADICIONAL: La mayoría
de la gente que presume de lo bien que le van las cosas, no lo hace tanto por
fardar, como por defenderse. Cuando A piensa que B y C le van a machacar por no
embellecer su realidad, y B cree lo mismo de A y C, y C, de A y B, el afán por
maquillar los fracasos y exagerar los triunfos es tan contagioso, que se convierte
en una enfermedad colectiva. Por esta razón, muchos odian el postureo, pero sucumben
ante su inercia poderosa.
Pepo, este artículo está muy bien; me ha conmovido y está fenomenalmente escrito. Tienes una gran intuición y sensibilidad, y se nota que has ganado práctica con los años...
ResponderEliminarBTW, me he enterado de tus últimas noticias y quería decirte que me alegro mucho por ti y que te deseo que seas muy feliz en esta nueva etapa de tu vida... Ojalá coincidamos algún día y podamos charlar un rato. Un beso grande.
Fdo: Una que pasó por tu lado y te desea lo mejor :)
Muy certero
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