Como es ritual, la visita del Papa me ha conmocionado. Y no sólo eso, sino que me ha servido de recordatorio para concienciarme de una realidad, y es que “no tiene perdón de Dios” que, con personalidades de la talla de San Ignacio de Loyola y con lo que hemos recibido de nuestros antepasados, rezumemos laicismo por los confines de nuestra España. La postura cómoda es que se nos caiga la cara de vergüenza. La postura idónea es superar la desvergüenza. Hagamos honor a nuestro Patrimonio Espiritual
Cartas al director ABC. 8 de noviembre de 2010.
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