miércoles, 26 de abril de 2017

¿A quién votaría Jesucristo en las elecciones?



Hay comunistas tan osados y deslenguados que, bajo esa pantomima de “Jesús, el primer socialista” que rebasa los umbrales de la herejía, tienen el atrevimiento no sólo de predecir el voto de Dios Hijo, sino de presumir que su papeleta sería de color rojo o morado

Desconozco si el Abad de Sieyes –eclesiástico y figura clave de la laicista Revolución Francesa- tuvo la frescura o la desfachatez de llegar a conclusiones tan lunáticas, pero sí llegaron a tal grado de locuacidad los clérigos sillonistas de la Francia revolucionaria al afirmar que la voz de Dios se corresponde con la voluntad del pueblo, o sacerdotes como el Padre Ángel al declarar, sin ambages ni circunloquios, que “Podemos es de Jesucristo” (sólo le faltó decir que el Hijo de Dios Padre convirtió su melena en coleta y que los cinco panes y los dos peces, en realidad, fueron hoces y porrillos).  

Tampoco, excluyo a peperos iluminados, exégetas protestantes y telepredicadores de secta yanqui de la posibilidad de interpretar el voto de Jesucristo a su libérrimo antojo o albedrío. 

Tras esto, me voy a aventurar a opinar, sin ningún tipo de certeza (incertidumbre propia de una mera opinión), sobre algunas cosas que podría decir Nuestro Señor en periodo electoral. Valga la redundancia, digo: Sin un convencimiento absoluto de lo que, a continuación, voy a escribir

Desde mis cortas miras y humilde punto de vista, intuyo que si preguntáramos a Jesucristo a quién votaría, nos diría que a nadie, puesto que señalaría que los asuntos del Señor de las Alturas están por un lado y los de los hombres, por otro, basándose en el clásico a Dios, lo que es de Dios y al César, lo que es del César

Otra cosa que, dentro de mis limitaciones intelectivas, pero con algo más de seguridad, imagino que podría decir es que nos preocupemos más de extender la Buena Nueva y de acercar al prójimo a Dios que de estabularnos y blandir las cimitarras en debates políticos. “Más apostolado y menos mítines” sería un buen adagio, de estilo bergogliano, para entender este mensaje, aforismo que me serviría de autocrítica por mi acreditado derechismo exacerbado en los coloquios de salón (bien, en Mazarino, o bien, en Richelieu). 

Con respecto a otras cuestiones, como, por ejemplo, hacer cábalas o conjeturas sobre a quién nos recomendaría votar el Hijo del Altísimo, no tengo ni las agallas, ni la jeta, ni la soberbia, ni el animus laedendi suficientes como para lanzarme a opinar sobre una posible respuesta. Prefiero dejarlo en manos de Dios….  

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