domingo, 7 de mayo de 2017

¿Eres un esnob a nivel político? 3 claves para averiguar si eres del esnoblishment



Antes de explicar qué es el esnobismo político, considero no sólo pertinente, sino, también, fundamental desglosar, en profundidad, el concepto de “esnob”. 

El origen etimológico de la palabra “snob” es una contractura de la expresión latina “sine nobilitate”, que, traducido al castellano o al latín vulgar, quiere decir “sin nobleza”. De aquí, que este vocablo se utilice, actualmente, para referirse a unas élites sociales que reniegan de la elegancia clásica propia de los nobles, lo que deriva en una suerte de burguesía que adopta un estilo moderno y que se apea de lo tradicional por considerarlo “carca” o “apolillado”. En otras palabras, un esnob es un niño pijo que va, tanto en el modo de vestir como en el plano ideológico, de lo que, hoy, se entiende por “fashion”, “cool” y “open-minded”, todo para que no le tilden de “antiguo”, “reaccionario” o “superconservador”.  

Patrones comunes a todo esnob

Todo esnob tiene alergia a Vips y frecuenta los restaurantes de moda (bien, sitios molones y multicolor de la Gran Vía, o bien, lugares como Marieta, Lateral o Perrachica). Todo esnob renuncia al vaso de tubo y bebe en copa de balón. Todo esnob evita citar a Platón, a Santo Tomás o a Aristóteles. Todo esnob se relaja con yoga, come sushi y pescadito crudo, renuncia a la coca-cola y se pasa el día en el gimnasio aún estando completamente en forma. Todo esnob se siente atraído por el rollo “hipster”. Todo esnob publica fotos con animales en Instagram y de viajes de lujo en Bally, Camboya o Tailandia. Todo esnob ingiere “coffes”, es decir, cafés molones y espumosos, y se ha paseado, alguna vez, con un vaso de Starbucks por la calle. Todo esnob siente pasión por los móviles de última generación. Todo esnob adora hacer “running” y que las grandes ciudades estén abarrotadas de bicis. Todo esnob practica el falso altruismo de donar dinero a ONGs  que abanderan causas estúpidas. Todo esnob adolece de falta de valores firmes y de altos ideales, da prioridad a lo secundario sobre lo fundamental y se adapta a la manera de pensar de la mayoría de su entorno, no vaya a ser tachado de “extremista” y “cerrado de mente”. 

Diferencias entre el esnob “vintage” y el ultramoderno

1). El esnob ultramoderno:

Un esnob ultramoderno  es dado a dejarse ver por los restaurantes caros, multicolor y psicodélicos de Chueca o de la Gran Vía. Un esnob ultramoderno evita citar a Platón, a Santo Tomás o a Aristóteles y se abraza a Mark Twain, a Pablo Coelho o al coaching, a la intelectualidad fútil, banal, de palabras huecas y frases hechas de esas que circulan por Linkedin. Un esnob ultramoderno lleva gafapasta, camisas negras y jerséis de cuello alto. Un esnob ultramoderno no pronuncia términos barrocos, sino anglicismos, y vocablos como “global”, “igualdad” y “dinamismo” y expresiones del estilo de “abierto de mente” o “de mundo”. Un esnob ultramoderno es Risto Mejide, Bill Gates y el difunto Steve Jobs (que en paz descanse). 

¿Cómo es el esnob ultramoderno en política?

Un esnob ultramoderno lee El País y vota a Pedro, a Albert o a algún partido animalista o ecologista. Un esnob ultramoderno es la nada donde cabe todo. Un esnob ultramoderno es Hillary Clinton, que sustituye la defensa de los pobres y de las clases desfavorecidas por complacer al lobby gay y a las feministas. Un esnob ultramoderno alberga y promueve la farsa de que el Papa Francisco es progre, y es fan del Padre Ángel. Un esnob ultramoderno es aquel que utiliza expresiones huecas y que emocionan a una parte del rebaño, como “balón de oxígeno democrático”, “democracia en positivo”, “progreso, "capitalismo de amiguetes" o “la fuerza del cambio”. Un esnob ultramoderno es alguien como Risto Mejide, que, un día, se declara socialdemócrata, otro, dice que va a votar a PACMA, y en un tercero, defiende a Amancio Ortega como modelo de empresario. Un esnob ultramoderno es una persona como Bill Gates, que mientras el dinero se le escapa por las orejas, suelta la chorrada de que la culpa de que haya hambre en el mundo la tiene el cambio climático. Un esnob ultramoderno es Barack Obama paseándose con traje y sin corbata junto a Enmanuel Macron y a Albert Rivera. Un esnob ultramoderno es Obama dando la razón en algunos aspectos a sus enemigos para parecer un hombre comprensivo, es Obama narrando experiencias de su juventud que conectan con el pueblo (como la de que él, también, fue mochilero) y es Obama bajándose de un avión como si estuviese haciendo “running”.

2). El esnob “vintage”:


Un esnob “vintage” pretende ser clásico y moderno al mismo tiempo, quiere ser retro sin que le consideren “retrógrado”, añejo y vetusto sin que le pongan el sambenito de “carca” o de “casposo”. Un esnob “vintage” dice que odia Vips y es cliente fiel de los restaurantes de moda que rondan La Castellana (véase Marieta, Lateral o Perrachica). Un esnob “vintage” arde por ser socio de una gran multinacional y sueña con irse a trabajar a Luxemburgo, Suiza, la City de Londres o Hong Kong. Un esnob “vintage” lleva gafas redonditas del estilo de los años veinte cuando le falla la vista. Un esnob “vintage” lleva abrigos largos y modernos (no un Loden). Un esnob “vintage” viste trajes a medida que guarden una escrupulosa armonía con su cuerpo perfecto.  

¿Cómo es el esnob “vintage” en política?

Un esnob “vitange” evita citar a Platón, a Santo Tomás o a Aristóteles, y se abandona a las teorías de Juan Ramón Rallo y Daniel Lacalle. Un esnob “vintage” tiene fe ciega en el euro y en la Unión Europea. Un esnob “vintage” es asiduo lector de El Confidencial, de El Mundo y de El Español, y pasa de ABC y de La Razón. Un esnob “vintage” se declara “liberal” y de “centro” y ve a Cristina Cifuentes y a Albert Rivera como los centinelas del progreso.  Un esnob “vintage” antepone la situación del ÍBEX, de la prima de riesgo y de la balanza de pagos a cualquier principio moral. Un esnob “vintage” vota antes a la izquierda moderada que a Le Pen o a Donald Trump

¿Qué es un antiesnob a nivel político?

El esnobismo político se puede resumir en la nada donde cabe todo, en articular un discurso lo más neutral posible para contentar a todo el mundo y trufado de reflexiones y palabras que tengan tintes “fashion”. Un esnob de la política es, al fin y al cabo, una persona políticamente correcta, del sistema, del establishment. Por esta razón, me he permitido bautizar esta corriente ideológica como el “esnoblishment”.  

En contraposición, está el antiesnob de la política, que es todo lo contrario. Es alguien con criterio propio, crítico con lo que le rodea, políticamente incorrecto, que defiende sus ideas con valentía y sin tratar de adecuarlas al gusto de los demás, que habla claro y evita cursilerías terminológicas, que es realista y que da prioridad a lo fundamental sobre lo secundario.

Un antiesnob de izquierda es Bernie Sanders, rival de Hillary Clinton en las primarias del Partido Demócrata, al dar más importancia a la tutela de los desfavorecidos y a las políticas sociales que a contentar a las feministas y a lobby homosexual. 

Un antiesnob de derechas es Don Pepone, Santiago Abascal (líder de Vox) y el nuevo Donald Trump (no el de hace unos años, que fue un esnob “vintage” de campeonato).

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