jueves, 8 de febrero de 2018

¿Es Robin Hood un héroe católico o un socialista que roba a los ricos?


Hace escasos días, mientras mis dedos tamborileaban sobre el mando de la televisión y mi atención orbitaba por la carta de películas que ofrece la soberana pantalla, me topé con uno de mis filmes predilectos de la infancia, el cual comparte podio y triunvirato con Tintín en América y Las doce pruebas de Astérix. Se trata, nada más y nada menos, que del magno y celebérrimo cuento de Robin Hood

He de reconocer humildemente que no he inquirido en profundidad sobre las genuinas intenciones que se esconden detrás de esta película, aunque admito con soberbia y petulancia que, observando con lupa, he descubierto pruebas fehacientes de que el Robin Hood de mi infancia no es, en absoluto, un socialista que roba los bienes a los ricos para dárselos a los pobres, teoría que voy a demostrar, con meridiana clarividencia, en los párrafos siguientes.

El Robin Hood de la factoría Disney que vi el otro día es un héroe católico que reintegra a la gente el dinero confiscado por un monarca chupóptero e inclemente, que toma esta drástica medida no por amor al arte de robar, sino en una situación de alarma parpadeante y demencial excepción, que honra a Dios y a la Iglesia rescatando a un fraile del castigo infamante de la horca y que salva la monarquía deponiendo al Rey Juan y devolviendo el trono al bondadoso y venerado Rey Ricardo.

Robin Hood es monárquico, puesto que derroca a un rey malo para sustituirlo por un monarca bueno, puede amar a los ricos y bien posicionados, puesto que se enamora de la nobilísima Lady Marian, y a diferencia de los socialistas, tiene la capacidad de ver maldad en un proletario, dado que sus principales enemigos son la serpiente mercenaria de Don Juan, los sumisos soldados del reino y el humilde recaudador de impuestos

El Robin Hood que forjó mi sentido de la justicia no odia ni expolia a los ricos, puesto que solamente ataca al Rey Juan cuando saja al pueblo con sus elefantiásicos impuestos, dado que devuelve el cetro y la corona al monarca anterior, al laureado Rey Ricardo, y por la sencilla razón de que conquista amorosamente a Lady Marian, sobrina del pérfido monarca y dulce muchachita con título nobiliario. En otras palabras, se aleja de la lucha de clases socialista, basada en considerar que todos los pudientes son malos por naturaleza y la totalidad de los proletarios, buenos por su condición de oprimidos. De hecho, la inicua o malvada serpiente que hace el trabajo sucio del felón soberano no es precisamente bienhadada o bien posicionada, ni de alta alcurnia o ancestral prosapia, al igual que los sumisos soldados del reino y el humilde recaudador de impuestos. El héroe del sombrero verde no distingue entre bondad y maldad tomando como eje de referencia la clase o el estrato social, sino estableciendo como punto de partida el corazón de cada persona.  

La película de Robin Hood dibuja a la Iglesia como caritativa, heroica y mártir

La citada película no puede ser un alegato a favor del socialismo, porque tiene un fondo puramente cristiano al dibujar a un fraile que se juega el pescuezo por ir, casa por casa, entregando el exiguo dinerito ahorrado a las personas esquilmadas por los disparados y disparatados impuestos reales, hasta el punto de que son él y Robin Hood los únicos que se entregan a los demás de esta manera.  

A esto anexémosle o sumémosle que el audaz arquero del sombrero verde acelera su plan de liberar al sojuzgado pueblo de las mazmorras y de recuperar su dinero incautado a raíz de que encarcelan al fraile con el objetivo de ahorcarle a la mañana del día siguiente. Este es el detonante que prende la mecha del escándalo de Robin Hood y que provoca que haga justicia con la mayor de las prestezas. 

Con lo dicho, no cabe duda de que esta película dibuja a la Iglesia como caritativa, heroica y mártir

¿Por qué estoy convencido de que Robin Hood defiende a la Iglesia Católica? 

Considerando que la célebre película está ambientada en la localidad de Nottingham, sita en Inglaterra, y teniendo en cuenta el deplorable comportamiento del Rey Juan, todo parece indicar que se hace una crítica de cómo el alevoso Enrique VIII subyugó a sus súbditos, confiscó sus bienes, impuso su pensamiento único y persiguió a los sacerdotes católicos que se rebelaron contra su viciada voluntad. De hecho, el fraile Tuck del filme es un ejemplo bastante fidedigno de que la insumisión al poder del citado monarca inglés te conducía a ser castigado con la pena de muerte. 

¿Sería descabellado poner una calle a Robin Hood en el barrio de Salamanca? 

Robin Hood no es un socialista que roba a los pudientes para darle el dinero a los desfavorecidos, sino que es, como sostiene sabiamente mi buen amigo Antonio el burgalés (al que muchos de mis lectores tienen la dicha y ventura de conocer), un comunero de Castilla de la talla y magnitud de Padilla, Juan Bravo y Maldonado, digno de tener su nombre cincelado en alguna calle del barrio de Salamanca, siempre que sea a medio camino entre la Iglesia de Los Carmelitas de Ayala y Los Jesuitas de Serrano.

3 comentarios:

  1. Extraordinaria reflexión basada en una obra de arte como es Robin Hood. Sobretodo me gusta eso de traer esas películas que lo forjaron a uno en la infancia, al contexto actual ya de adulto, demostrando así que una historia que muchos pudieran pensar es de niños, puede llevarte mucho más a fondo de lo que la gente imagine.

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