Con motivo de la muerte de Stephen Hawking, ateo
declarado y militante, querría, al igual que hizo el Papa Francisco, lanzar una plegaria al Cielo para que el Señor,
lento a la cólera y rico en piedad, derrame su infinita misericordia sobre el
alma de este físico, del cual no es descartable que se hubiese arrepentido en
el crepúsculo de su vida, como han hecho muchas personas hostiles a Dios a lo largo de la historia, entre ellos,
nada más y nada menos que el primer santo, el Buen Ladrón, además de Voltaire
y Napoleón Bonaparte, Dolores Ibárruri (alias “La pasionaria”) y con indicios de que Santiago Carrillo pudiese haber optado,
también, por este camino de salvación.
Hecha esta introducción y después
de haber sufrido desalentadoras y dolorosas dudas de Fe, querría compartir
reflexiones de mentes brillantes que han contribuido decisivamente a mantener
mi mano agarrada a la de Dios, para dejarme arrullar por los brazos de la bienaventurada
Virgen María, y no caer, como Nietzsche y mucha gente, en la
desesperación de no creer en nada. Un sacerdote premio fin de carrera en Teología
con el que conversé me dijo que no descartase que estas dudas de Fe las hubiese
fabricado el Altísimo para despertar en mí la sana inquietud de querer
profundizar en ella y creo, con el paso del tiempo, que este sabio hombre ha
dado rotundamente en el clavo.
Lista
abundante de prominentes científicos católicos, sacerdotes y fieles, que han inventado
cosas decisivas para la historia de la humanidad:
Por obra y gracia de y gracias a
la revista católica Religión en libertad,
he dado con un colosal, majestuoso y legendario libro llamado Ciencia y fe católica: de Galileo a Lejeune,
escrito por el doctor de ingeniería y profesor de universidad Ignacio del Villar,
en el que el autor despliega, con inigualable destreza y maestría, una lista de científicos católicos,
de tanto sacerdotes como fieles, que han inventado cosas decisivas para la
historia de la humanidad.
Entre los científicos católicos
decisivos para la historia de la humanidad merecen una posición honorable y una
tribuna privilegiada Alessandro Volta,
inventor de la pila eléctrica,
el químico Louis Pasteur,
creador de la microbiología y
de la pasteurización,
el genetista Jeróme Lejeune,
quien descubrió la verdadera causa de las personas con síndrome de down y
que se encuentra en proceso de beatificación, el sacerdote belga Georges Lemaítre,
padre de la teoría del “big ban”
o de la “gran explosión”
(conciliable con la doctrina católica si nos acogemos a la primera y segunda
vía de Santo Tomás de Aquino, es decir, a la del primer motor inmóvil y a la de
la primera causa), el polaco Nicolás
Copérnico, padre de la astronomía
moderna a través de su teoría heliocéntrica,
el jesuita Grimaldi,
descubridor de la difracción de la luz,
el también jesuita Riccioli,
primero en medir la aceleración de los cuerpos en
caída libre, otro jesuita
como Ruder Boscovich,
la persona que dio la primera descripción coherente de la teoría atómica, Nicolás Steno,
uno de los fundadores de la estratigrafía y
la geología
moderna, y George Mendel,
padre de la genética.
La lista de científicos notables
no está exenta de mujeres. Voy a comenzar por citar a María Gaetana Agnesi,
la “matemática de Dios”, quien escribió el primer libro completo de cálculo,
“el tratado más completo, el mejor que se ha hecho en este género”, tal y como
decretó la Real Academia de Ciencias de
París.
También, tenemos a la física Laura Bassi,
la primera catedrática de la historia, en la Universidad de Bolonia,
quien demostró la no universalidad de la Ley de Boyle,
pieza clave en la difusión del newtonianismo
(corriente creada por el cristiano y
celebérrimo o archiconocido Isaac
Newton), profesora del sacerdote católico Lázaro Spallanzzani,
científico determinante en el desarrollo de la microbiología,
madre de 12 hijos, enaltecida o loada incluso por el anticlerical de Voltaire y
esposa del reputado físico Giuseppe
Veratti, cuyo gran mérito fue aplicar la electricidad a la medicina, amén de ser
doctor en dicha disciplina –medicina- y profesor de filosofía natural en la
mencionada Universidad de Bolonia;
por cierto, antes de que se me olvidara, fue católico, al igual que su mujer y
que sus compañeros de experimentos el Padre Beccaria y
el Abad Nollet.
Además, gozamos en nuestro haber
de catolicidad de la anatomista Anna Morandi Manzolini,
la tercera mujer del siglo XVIII que impartió clases en la aludida Universidad de Bolonia.
Frases
de premios nobel de física que no entienden la ciencia sin la existencia de
Dios
Mi tratado de apologética no
ha hecho más que empezar. Ahora, voy a exponer elevadas reflexiones y
cavilaciones de una inabarcable profundidad provenientes de Santo Tomás de Aquino, de premios nobel
de física, algunas de estas últimas extraídas del libro Dios en el laboratorio, 53
científicos Nobel que armonizaron fe y razón, escrito por Jacinto
Peraire Ferrer, y otras tantas sacadas del artículo Frases de ciencia y fe por
ganadores del premio nobel, publicado por la revista Catholic
Link.
Frases de premios nobel de
física que pensaron que poca ciencia te aleja de Dios y que mucha te acaba
acercando a Él
A la sazón, querría recordar que
la mayor parte de los grandes científicos de la historia llegaron a la misma
conclusión que Louis Pasteur, padre
de la microbiología y creador de la pasteurización, el cual sentenció que
“un poco de ciencia te aleja de Dios, pero mucha ciencia te devuelve a Él”. Algo muy parecido señaló el premio nobel de física Werner Karl Heisenberg cuando dijo: “El
primer trago de la copa de las ciencias naturales te volverá ateo, pero, en el fondo de esa copa, te
espera Dios”.
Joseph Taylor, premio nobel de física en 1993 por descubrir el primer
púlsar binario, afirmó que "no hay conflicto entre la ciencia y la
religión; nuestro conocimiento de Dios se hace más grande con
cada descubrimiento que hacemos sobre el mundo".
El premio nobel de física Peter Grünberg indicó algo similar y lo hizo
en estos términos exactos: “Yo creo que existe más de lo que podemos ver,
sentir, etcétera, o descubrir con los instrumentos de la ciencia. Pero esta es una sensación corroborada por muchos
detalles de mi experiencia personal y por eso, es imposible compartirla o
comunicarla”.
Frases de premios nobel de
física que admitieron que la ciencia respondía al cómo de las cosas, pero no al
porqué
Un sinnúmero de científicos
aventajados llegaron a la misma conclusión que Santo Tomás de Aquino en su tercera
vía, la de la contingencia y del
ser necesario, basada en que lo
único que da respuesta a que haya seres que existan pudiendo no existir (seres
contingentes) es que exista un ser necesario, Dios, creador de dichos seres, ya
que, en caso contrario, lo posible no sería más que posible. De esta reflexión,
se desprende que la ciencia sólo es capaz de responder al cómo de las cosas, a
su funcionamiento, pero no al porqué, a por qué fueron creadas y a por qué no,
y es ahí, donde entran la filosofía y sobre todo, la teología.
El premio nobel de física Arthur L. Schawlow comparte esta conclusión
elevada y a su vez, de una lógica implacable, con estas palabras: “Me parece
que al encontrarse uno frente a frente con las maravillas de la vida y del
universo, debe preguntarse por qué no y no simplemente cómo. Las únicas
respuestas posibles son de orden religioso… Tanto en el universo como en mi
propia vida tengo necesidad de Dios”.
El premio nobel de física William D. Philips, galardonado por su
trabajo con láseres, dedujo que “no hay ninguna buena razón científica de por
qué el universo no debió haber sido diferente”.
El premio nobel de física Robert Aumann vino a decir lo mismo
cuando manifestó que “la descripción del mundo está hecha de modelos, pero el
mundo no es un modelo”.
Frases de premios nobel de física en las que, tras ver cómo varias cosas son causa de la otra y de la de más allá, después de investigar el complicadísimo galimatías del origen y funcionamiento de todo, admitieron que tenía que haber una primera causa inteligente y primer motor, Dios, que haya creado esto
Frases de premios nobel de física en las que, tras ver cómo varias cosas son causa de la otra y de la de más allá, después de investigar el complicadísimo galimatías del origen y funcionamiento de todo, admitieron que tenía que haber una primera causa inteligente y primer motor, Dios, que haya creado esto
Un quilométrico etcétera de
científicos prominentes y prodigiosos alcanzaron la misma conclusión que Santo Tomás de Aquino en su primera vía, la del movimiento en
sentido aristotélico, y la segunda,
la de las causas eficientes.
La primera vía de Santo Tomás de Aquino, la del movimiento en sentido aristotélico, consiste en que tiene que
existir un primer motor inmóvil, porque la sucesión de iniciadores de
movimiento no pueden ser infinita, ha de haber algún momento en el que todo
hubiese empezado.
La segunda vía de Santo Tomás
de Aquino es la de las causas
eficientes, en la que viene a decir que como todo es el efecto de una
causa, de algo anterior, porque nada es causa eficiente de sí mismo, tiene que
existir una primera causa de todo. En mi humilde y limitada opinión, veo que no
hay mucha diferencia entre esta teoría y la desarrollada en el párrafo
anterior.
El premio nobel de física Max Planck habló de una primera fuerza
que lo mueve todo, conclusión idéntica a la del primer motor y a la de la
primera causa de Santo Tomás. Este genio comunicó su teoría de la siguiente manera:
“Toda la materia tiene origen y existe sólo en razón de la propia fuerza, la
cual hace vibrar las partículas atómicas y las tienes juntas como un minúsculo
sistema solar dentro del átomo. Así, detrás de esta fuerza debemos suponer un
espíritu inteligente y consciente; este espíritu es el fundamento de toda
materia”.
Hacia esta misma dirección,
también, se inclinó el premio nobel de física Arno Allan Penzias cuando adujo que “la astronomía nos lleva a un
evento único, un universo único que ha sido creado de la nada, con un delicado
equilibrio necesario para ofrecer condiciones las exactas para el surgimiento
de la vida; en ausencia de un incidente absurdamente improbable, las
observaciones de la ciencia moderna parecen sugerir una dimensión
sobrenatural”.
Frases de Albert Einstein, de
premios nobel de física y de química que hablan de que no es posible entender
la vida sin misterios divinos, realidad que la ciencia no es capaz de abarcar
Albert Einstein llegó a conclusiones muy similares a estas de Santo
Tomás al ver cómo, detrás de tantas leyes científicas de las cosas, tan
complicadas y entrelazadas entre sí, tiene que haber un origen inteligente
llamado Dios y un inmenso cúmulo de misterios provenientes de su acción
creadora. Existe un extenso elenco de frases en el haber de este científico que son una prueba de ello,
oraciones como las siguientes, recopiladas por la revista católica Aleteia:
“La ciencia sin religión está coja y la religión sin ciencia está ciega”, “la
escalera de la ciencia es el escalón de Jacob, no se termina sino a los pies de
Dios”, “la experiencia más hermosa que podemos tener es la sensación de misterio,
quien jamás ha conocido esta emoción tiene los ojos cerrados”, “sólo hay dos
maneras de vivir tu vida; uno de ellos es como si nada fuese un milagro; la
otra es como si todo fuera un milagro”, “el azar es el camino que utiliza Dios
cuando actúa de incógnito”.
El premio nobel de física Carlo Rubbia (descubridor del bolsón W
y Z), admirado tras estudiar la inmensidad del cosmos, el orden que reina en el
mismo y la belleza que desprende, el número de galaxias y la existencia de
partículas elementales, no tuvo otro remedio que aducir: “Como observador de la
naturaleza, no puedo evitar pensar que existe un orden superior; la idea de que
todo es el resultado de la fortuna o de la pura diversidad estadística, para
mí, es completamente inaceptable”.
Richard Smalley, premio nobel de química, descubridor de los
fulerenos y considerado como “el padre de la nanotecnología”, reconoció que “el
propósito de este universo es algo que sólo Dios sabe con certeza, pero es cada
vez más claro para la ciencia moderna que el
universo fue exquisitamente afinado para permitir la vida humana”.
Lista
de astronautas que reforzaron su Fe en Dios tan quedarse fascinados con la
belleza de las estrellas
La arrobadora belleza de las
estrellas y su resplandeciente fulgor reforzaron la Fe en Dios de los
astronautas Josu Feijoo, Buz Aldrin,
Frank Borman, Jim Lovell, Bill Anders, Alan Shepard, James Irwin y John Geen.
Este modo de acrecentar la Fe
coincide con la teoría del pensador católico e inglés G.K. Chesterton
fundada en que se puede llegar a Dios a través de la belleza.
El Milagro de la Virgen de
Guadalupe: una gigantesca y descomunal suma de causalidades que no se pueden
probar científicamente y que hacen evidente una intervención de Dios
Tal y como recogen numerosos
archivos y documentos históricos del Vaticano, en la mitad del siglo XVI, la
Virgen María se le apareció cuatro veces a San
Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro guadalupano del Tepeyac y le ordenó que informase de lo sucedido al entonces Obispo
de México, Juan de Zumárraga.
El Obispo Juan de Zumárraga, con un virtuoso sentido de la prudencia, comenzó
por no creer a Juan Diego, hasta que en la cuarta y última de las apariciones,
la Virgen María le ordenó que guardase en su tilma, prenda que utilizaba para
cubrirse, unas flores cortadas del cerro del Tepeyac.
Juan Diego se presentó por cuarta vez consecutiva ante el Obispo Juan de Zumárraga, abrió su tilma, de la misma cayeron las flores cortadas en el Tepeyac, en una época del año en la que no podían emerger esta clase de plantas en dicho cerro, y en la misma tilma, apareció impresa la imagen de la Virgen María con un estilo de bordado imposible de realizar con materiales humanos.
Juan Diego se presentó por cuarta vez consecutiva ante el Obispo Juan de Zumárraga, abrió su tilma, de la misma cayeron las flores cortadas en el Tepeyac, en una época del año en la que no podían emerger esta clase de plantas en dicho cerro, y en la misma tilma, apareció impresa la imagen de la Virgen María con un estilo de bordado imposible de realizar con materiales humanos.
Pero esto no acaba aquí, sino que
no ha hecho más que empezar. Monseñor
Eduardo Chávez y Carl Anderson,
en su libro Nuestra Señora de Guadalupe: Madre de la Civilización del amor,
revelan un sinfín de pormenores que dejan sobradamente claro que no se pueden
probar científicamente.
Explica Monseñor Eduardo Chávez, en su magnífica obra, que no tiene una
explicación científica que el material de la tima de Juan Diego tenga una duración aproximada de 8 años y que
lleve cerca de 500 años intacta, como si el tiempo no hubiese pasado por
encima, por debajo, ni por el centro de ella. A esto, cabe añadir que la tela
estuvo expuesta 116 años sin ningún género de protección y que, aún así, no
sufrió daño alguno.
Monseñor Eduardo Chávez revela que, en 1666, un equipo español de
expertos de arte sentenciaron que sobre una superficie tan tosca como la tilma
de Juan Diego no pudo haber sido pintada una imagen de tal perfección, y que la
única razón que explica este fenómeno se llama Dios.
Este libro, también, explica que,
en 1785, se hizo la prueba de derramar ácido sulfúrico sobre la tilma de Juan
Diego. ¿Cuál fue el resultado de este experimento? El lienzo no quedó
lesionado, sino que tan solo dejó una mancha opaca sobre la imagen.
Otro dato a tener en cuenta que
muestra este libro es que, en 1921, en plena ebullición de la famosa
persecución religiosa de México, un desdichado puso una bomba a los pies de la
tilma. ¿Qué sucedió tras la colocación del artefacto explosivo? El altar, el
crucifijo de la iglesia en la que se encontraba y los candelabros quedaron
hechos añicos, pero ¡La tilma no sufrió ningún rasguño!. Y todavía, quedan unas
cuantas anécdotas más.
El libro cuenta que, en la imagen
de la Virgen María impresa en la tilma de Juan Diego, hay 46 estrellas
colocadas de una determinada manera. Pues bien, tanto el número como la
posición de las mismas y de las constelaciones coinciden con las que se veían
en el cielo sobre la ciudad de México en la fecha exacta del día en el que la
imagen de la Virgen quedó grabada en aquella tela, el 12 de diciembre de 1531.
Otra sorprendente causalidad
irrefutable a nivel científico explicada en el libro de Monseñor Eduardo
Chávez: el Doctor Phillip Callahan,
en 1979, tras tomar hasta 40 fotos infrarrojas de la estampa de la Virgen María
impresa en la tilma de Juan Diego, concluyó que esta imagen no ha podido ser
creada por humanos.
Otra alucinante causalidad
indemostrable desde un punto de vista científico es que, después de que se
digitalizasen las imágenes de las que he hablado en el párrafo anterior, se
descubrió que, extendiendo el zoom a las pupilas de la estampa de la Virgen
María, se pueden ver a 13 personas en el reflejo de sus ojos, imposibles de
haber sido pintadas puesto que su tamaño es remarcadamente microscópico, ya
que, como acabo de señalar, se han logrado apreciar tras extender el zoom hasta
ellas de manera digital.
Aún no he terminado. El libro,
también, recuerda que, en 1950, varios oftalmólogos examinaron los ojos de la
Virgen María estampada en la tilma de Juan Diego, y todos coincidieron en que
los ojos tienen las mismas características a las de un ojo humano vivo.
Último dato que te dejará
anonadado: la tilma se conserva a una temperatura constante de 36,5 grados, la
misma que la de un cuerpo humano en las mejores condiciones de salubridad, y
eso teniendo en cuenta, para colmo, que está colocada sobre una placa metálica
que se encuentra en torno a unos 15 grados.
Los secretos que la Virgen María
anunció a tres niños en Fátima hasta antes de ahora se han cumplido a rajatabla,
sucesos que ningún augur humano sería capaz de vaticinar o pronosticar
El 13 de mayo de 1917, la Virgen María se apareció en Fátima, un pequeño pueblo de Portugal, a tres niños llamados Lucía, Francisco y Jacinta (ésta, hermana del segundo), los cuales eran pastorcillos de ovejas.
El 13 de mayo de 1917, la Virgen María se apareció en Fátima, un pequeño pueblo de Portugal, a tres niños llamados Lucía, Francisco y Jacinta (ésta, hermana del segundo), los cuales eran pastorcillos de ovejas.
En los meses siguientes y cercanos a
esta aparición, la Virgen María se les volvió a aparecer sucesivas veces,
revelándoles varias cosas que ocurrirían tanto en un futuro cercano como en
otro más lejano.
Lo que llama poderosamente la atención
de esto es que los secretos anunciados por la Virgen María hasta antes de ahora
se han cumplido a rajatabla, sucesos que ningún augur humano sería capaz de
vaticinar o pronosticar.
Para abrir boca, cabe considerar que
Lucía pidió a la Virgen que le llevara al Cielo junto a los otros dos
pastorcillos, y María le respondió que a Jacinta y a Francisco se los llevaría
en breve, y que a ella la traería consigo más tarde para que cumpliese, en
vida, la misión que Dios le tenía encomendada. ¿Qué ocurrió a este respecto? Se
cumplió lo anunciado de manera asombrosa. Francisco falleció dos años después,
en 1919, Jacinta en 1920, ambos de forma completamente natural, y Lucía, en
cambio, vivió hasta el 13 de febrero de 2005.
La más significativa de las
apariciones ha sido, hasta el momento, la del 13 de julio de 1917, la de dos
meses después de la primera, día en el que la Virgen comenzó mostrando el infierno
a los pastorcillos, en el que les advirtió de que éste es el lugar al que van las
almas de los pobres pecadores y en el que les transmitió que, para salvarlos,
Dios quería establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón.
Ahora, cuento lo mejor de todo: tras
alertarles de este peligro, María avanzó
el final de la I Guerra Mundial, y ésta, escasos meses después, terminó. Anunció
que, en el pontificado del Papa Pío XI, empezaría otro conflicto armado
más desorejado, y justo el mismo año que su papado fue relevado por el de Pío XII, comenzó la II Guerra Mundial. Advirtió de que, si Rusia no se convertía al Inmaculado Corazón, esparciría guerras por
el mundo y persecuciones a la Iglesia, y se cumplió, al poquísimo tiempo, la
profecía con la celebración de la Internacional Comunista y el nacimiento de la
Unión Soviética.
Párrafo final del artículo:
Podría hacer que te cayeras de
espaldas tras desplegar la innumerable lista de Milagros reconocidos del Padre Pío y después de abordar la
cuestión de la Sábana Santa, pero
prefiero dejar todo esto para posteriores artículos y para el momento en el que
eleve a libro la suma o aritmética de mis escritos apologéticos. Por cierto, no
te olvides de compartir este texto con tus amigos, ya que lo he redactado con
inefable cariño, la mejor de las intenciones e infatigable, ímprobo y
denodado esfuerzo y dedicación.
A
ResponderEliminarVas de intelectual usando vocablos decimonónicos, usando teorías que no son tuyas, citando argumentos del Padre Loring y quitarías la fe hasta a una pobre abuela palentina de misa diaria.
ResponderEliminarTu exhibicionismo frívolo diario, tu vanidad adolescente, tu analfabetismo patente, tu trabajo estéril, colgando cuatro chorradas diarias, que estás en HH por enchufe, es sólo un ejemplo de porqué España está partida en dos.